La obra que aquí presentamos debió de formar parte de una serie de composiciones de pequeño formato entendidas como estudios, realizadas in situ en la propia ciudad italiana de Pompeya, entre sus destacados vestigios urbanísticos y de arquitecturas. Este lienzo tiene mayor significado al comprender su vinculación con otras obras compañeras de ésta, todas originales de Alejo Vera, realizadas en dicho ambiente pompeyano. Otras obras como Interior de una casa pompeyana (fig. A) o los tres pequeños apuntes sobre aspectos concretos de detalles arquitectónicos (fig. B), debieron de formar parte, junto a ésta Casa romana en Pompeya, de una incesante búsqueda por parte del pintor en proyectar su propio entendimiento y criterio pictórico en la representación de la arquitectura clásica. De hecho, la primera de estas pinturas, muestra la misma casa romana que aquí presentamos, estudiada desde otro punto de vista, lo que demuestra el interés específico de Vera por esta villa pompeyana en concreto. La relevancia de esta pintura Casa romana en Pompeya, pintada y firmada por Alejo Vera, radica en que debe de considerarse uno de los posibles precedentes de ciertos aspectos compositivos para pinturas de mayor empeño que realizará su discípulo Juan Luna Novicio (1857-1899). Sabemos que Vera gozó de una pensión por parte de la Academia de España en Roma desde el año 1878 hasta 1881 y que en aquel 1878 fue cuando, gracias a su propuesta y de su mano, Luna le acompañó al tan ansiado viaje de estudios y formación en Italia para todo artista europeo. Según Ramón Hernández Nieves, en una de las últimas biografías sobre Alejo Vera, escribe sobre el maestro que “con la ayuda del banquero Miranda se trasladó a Italia y quedó impresionado por los restos arqueológicos del país, especialmente de la ciudad de Pompeya, que le sirvieron de frecuente inspiración para su pintura”. Un ejemplo de aquel contexto queda reflejado en la pintura que aquí presentamos, en concreto, el tratamiento de su pequeña escalinata con aspecto marmóreo. La calidad pictórica que presenta sus tres escalones puede entenderse como precedente del mismo pormenor o asunto aparecido en mayores composiciones de Luna. De hecho el lienzo Damas romanas, que el pintor filipino firmó y fecho en 1882 (fig. C), prácticamente después a la posible cronología de esta Casa romana en Pompeya de Vera (hacia 1878-1881), muestra sin lugar a dudas la posible dependencia entre aspectos compositivos en ambas obras. A la vez, el tratamiento y textura pictórica de la pared ocre en esta pintura de Vera, entronca desde el punto de vista cromático con las tonalidades elegidas por Luna para su pintura comentada. Por todo ello, ésta obra tuvo que ser pintura conocida y quizás apreciada por Juan Luna. Y este reconocimiento hacia la persona y doctrina de su maestro quedó, al margen de estos trabajos comentados, demostrado en el retrato que de Alejo Vera realizó su pupilo Juan Luna.

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