Bodegón de flores en formato rectangular vertical (fig. 1). La pintura muestra una peana circular sobre la cual se presenta una vaso esférico de aspecto broncíneo donde en su lado visible se observa dos figuras de niños o puttis junto a elementos vegetales, decoración toda figurada en altorrelieve. Dicho vaso recibe una variedad floral compuesta por tulipanes, claveles, rosas, narcisos y orquídeas, entre otras especies, arropada por un fondo vegetal verdoso. Esta pintura debió de ser concebida y realizada en el entorno madrileño del tiempo de los reyes Felipe IV y Carlos II, posiblemente pintada en la segunda mitad de ese siglo XVII. En aquellos años, los máximos representantes del género de pintura de flores en Madrid fueron Juan de Arellano (1614-1676), Bartolomé Perez de la Dehesa (h. 1634-1698), Gabriel de la Corte (1648-1694) y Francisco Pérez Sierra (h. 1627-1709; sobre dicho pintor, véase la publicación de su testamento). Pensamos que esta obra pudiera estar realizada por Bartolomé Pérez o por Gabriel de la Corte, una vez estudiadas y contrastadas al natural pinturas seguras de estos dos maestros, en comparación con la que aquí presentamos. Creemos que puede existir en esta obra elementos compositivos y efectos de calidad pictórica que proceden o se simultanean de representaciones tanto de uno como de otro maestro, comparables con ésta. Así, floreros seguros de ambos artistas que se conservan en el Museo Nacional del Prado de Madrid, presentan dichas similitudes. La variedad de flores pintadas en este lienzo tienen relación con otras que aparecen en ciertos bodegones de este tipo, presentes en pinturas de aquellos tres maestros, cuyo estudio comparativo sería extenso para esta publicación (figs. 2, 3, 4 y 5). Pero sí queremos centrar la atención sobre el vaso pintado que sostiene las flores (fig. 6), donde se representan dos niños, pintados a modo de grisalla dorada, cuyo objeto además de decorativo, consiste en enlazar y unificar de manera visual la copa con el conjunto de plantas. La presencia además de pequeños frutos y hojarascas junto a los niños refuerza esta idea de unidad. En especial, Gabriel de la Corte tuvo la continuidad a lo largo de su trayectoria artística de representar en sus bodegones de flores recipientes con niños pintados en una gama cromática ocre. Si comparamos los que aparecen en la obra que estudiamos - aquí con mayor detalles en sus luces y sombras - con dos de los seis lienzos que conserva el Museo Nacional del Prado, descubrimos la similitud tanto de estilo pictórico como del ajuste en el modelo de uno de los niños, el que aparece en vertical encaramado hacia los tallos florales. Este niño debe de ser comparado con los representados en las obras del Prado del citado maestro, Florero (cat. P001054, 62 x 84 cm, fig. 7) y Florero (cat. P004093, 63 x 83 cm, fig. 8), ambos procedentes del convento de san Felipe el Real de Madrid, en la madrileña Puerta del Sol. También Bartolomé Pérez pintó este tipo de recipientes para sus flores, como el caso de las dos tablas también en el Museo Nacional del Prado, procedentes del antiguo Real Alcázar de Madrid, y que ejecutó sobre 1690 con destino a lo que podríamos denomimar Real Cama de Su Majestad conocida como Camón dorado de Carlos II, artefacto hoy perdido destinado a cobijar el lecho del rey. En este caso, una de estas pinturas por fortuna conservadas (Florero, cat. P006397, 54 x 44 cm, fig. 9), muestra un único niño comparable con el otro que aparece en nuestra obra, ahora en posición horizontal, con rostro y posición relacionables entre ambos. La obra tiene una atribución de mediados del siglo XX que señala a Gabriel de la Corte como su posible autor, una afirmación a la que habrá que incluir la posibilidad de ejecución de su contemporáneo Bartolomé Pérez de la Dehesa.